Tic, tac, tic, tac

Sesenta segundos, sesenta minutos, mil cuatrocientas horas, cuatro millones doscientas cuatro mil ochocientas horas, ese es el tiempo transcurrido desde que tomé la primera dosis de aquel medicamento que mi cerebro necesitará el resto de mi vida.

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Mujer reflexiva, mujer valiente

Ser mujer es una gran suerte cuando enfermas con Parkinson. Pierdes muchas cosas, mejor dicho, cambian muchas cosas y, aunque no deseo a nadie que le caiga este mazazo, y mirando con las gafas de la felicidad, aprender de nosotras mismas es toda una experiencia. 

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