El Parkinson y las relaciones afectivas
De todas las pérdidas producidas por el avance de la enfermedad que pueden resultar dolorosas, están las que se relacionan con el plano afectivo. Éstas sin duda las más dolorosas.
«El vínculo es una necesidad tan primaria como el sueño y la alimentación.”
Todos necesitamos de la mirada amorosa del otro, pero en la enfermedad, esa necesidad se vuelve imperativa. Nuevas condiciones que la enfermedad impone. Sin duda las relaciones afectivas satisfactorias, son un factor protector que aumenta la probabilidad de que la persona enferma pueda capitalizar la situación con una actitud resiliente.
Todas nuestras relaciones afectivas sin excepción pueden hacernos sentir que somos importantes para ellos, que están a nuestro lado en la adversidad y que podemos contar con su ayuda.
Pero, es en la relación con la pareja, en la que las expectativas del padeciente, tienen características particulares.
La relación de pareja
En una sociedad en la que las relaciones se han vuelto efímeras, todo es provisorio y con menor grado de compromiso, ninguna pareja tiene asegurada la continuidad del vínculo.
La pareja se ha transformado en algo así como un acuerdo entre partes en el que cada uno puede dar por finalizada la relación cuando la ecuación no le cierre.
Usando como metáfora el uso de la tecnología, Zigmund Bauman ha dicho que en lugar de hablar de «relaciones, en la actualidad es más apropiado hablar de conexiones en las que la amenaza del “delete”» está siempre presente.
Muy duro!!! ¿Verdad?
En este contexto, imaginemos ahora qué puede sentir una persona que padece una enfermedad cuyo desarrollo es progresivo y degenerativo.
Lo más probable es que se incremente la incertidumbre sobre la continuidad del vínculo.
Es inevitable que junto con el temor a perder capacidades físicas y cognitivas aparezca el temor al abandono y con ello el deterioro de la autoestima del enfermo.
Graciela Chiale
Fragmentos del libro “Parkinson ¿Por qué a mí? Editorial DNX