En este momento estás viendo Una mirada alrededor

Una mirada alrededor

Una mirada alrededor

Los españoles somos muy de quejarnos de nuestro país. Nos mostramos un poco acomplejados y nos cuesta presumir de lo afortunados que somos. Sabemos que tenemos un país bello, pero nos cuesta valorar lo que hemos construido como sociedad. Parece que la política lo enturbia todo y emborrona los logros alcanzados.

Sin duda, es una reflexión personal, y posiblemente he llegado a ella cuando, por circunstancias, me está tocando echar una mirada al mundo. 

En nuestro propio país existen grandísimas diferencias entre unos lugares y otros, entre Comunidades, provincias, ciudades …por no hablar de lo distinto que es el acceso a los recursos en el mundo rural respecto de las grandes metrópolis. Seguro que hay que hacer un esfuerzo por equiparar y equilibrar todos los servicios a disposición de los ciudadanos. Pero, al menos, en España o países de nuestro entorno, las bases están sentadas y los esfuerzos son más logísticos y políticos que sociales o económicos. 

Resido en una población cercana a Madrid. Desde que me diagnosticaron la Enfermedad de Parkinson, he tenido a mi disposición el equipo médico que YO he elegido, dispongo puntualmente de la medicación que me han prescrito y mi asociación de Parkinson me ha proporcionado cuanta información y asesoramiento he necesitado y ha puesto a mi disposición las terapias más recomendables en mi caso. Ha fecha de hoy, ya tengo mi “medallita” de tele-asistencia que garantiza mi seguridad y pronto contaré con una ayuda a domicilio para poder desenvolverme en mi casa. Parecerá que exagero, pero yo lo he vivido así. Seguramente, los ritmos podrían ser más ágiles, y habría que pulir muchas ineficiencias, pero la verdad es que no me ha faltado de nada.

Sin embargo, esto no es lo habitual en otras latitudes. El acceso a neurólogos especialistas en trastornos del movimiento es casi “fantasía” en algunos lugares de Ecuador, República Dominicana o Perú, y aún más inimaginable en India, Camerún o Zambia.

Quien logra obtener un diagnóstico acertado, se queda tal cual, pues el acceso a los tratamientos farmacológicos o terapéuticos es prácticamente imposible, o resulta ineficaz porque se accede a la medicación semestral o anualmente y los ajustes de tratamientos necesarios en una enfermedad tan fluctuante como el Parkinson, son imposibles.

El castigo divino, el mal de ojo, las maldiciones o posesiones del diablo, aún son etiologías aplicables a la enfermedad de Parkinson en muchos lugares del mundo. La vergüenza por caer al suelo sin aparente motivo, mover el cuerpo como un baile de san vito, hablar con la lengua tonta, hacer las cosas despacito y torpemente, escribir con letra de hormiga…. como si estuvieses borracho o tonto, es motivo de burlas e insultos en muchos lugares.

Qué importante es hacer saber a estas gentes que hay otras personas, en lugares no tan lejanos, que expresan y comparten lo mismo que tú sientes, aunque no puedas acceder a sus privilegiados tratamientos. Supongo que alivia saber que no eres un bicho extraño, que no estás poseído, que no hiciste nada malo para estar como estás y que el camino existe, aunque te llegará un poco más tarde, por vivir donde vives.

Y qué importante para los que estamos de este lado, compartir con ellos, ayudarles a dar visibilidad a esta enfermedad, a sentirse arropados y poco a poco atendidos.

Somos afortunados, y si podemos compartir nuestros testimonios con ellos se sentirán más seguros y esperanzados.

Por eso, me siento orgullosa por lo que tengo en este país y por lo que puedo ayudar a otros.

Marta Val

Publicado en: Neurofriendly

Esta entrada tiene un comentario

  1. Sabela

    Hace un par de semanas hablé con una compañera que vive cerca de Nueva York. No tiene seguro médico. Me decía «sé que hay otros tratamientos, pero yo no puedo pagarlos». Y ni qué decir de fisioterapia y otros tratamientos no farmacológicos.

Deja una respuesta