Ser luchadora
Cuando me dicen que yo soy una luchadora, que me admiran por el tiempo que llevo plantándole cara al párkinson, no me parece justo, todas las que padecemos esta enfermedad somos unas luchadoras incansables, somos dignas de admirar pues a pesar de saber que cada día estaremos peor, que nuestra vida está llena de baches y tropiezos, a pesar de estar cansadas de caer, siempre nos volvemos a levantar, muchas veces sin ayuda. Porque sabemos que amargarnos la vida no nos va a ayudar, que amargar a los que nos quieren no es la mejor postura.
Me siento orgullosa de todos y cada uno de vosotros, me siento privilegiada por conoceros, sois mis héroes, mi ejemplo, mi guía.
Desde luego sería más cómodo y fácil quejarnos, mostrar una cara sin careta, tal cual, con nuestras dudas escritas en la frente, nuestros miedos tatuados en la piel, nuestro llanto en el iris de nuestras miradas. Pero no. Nosotras sonreímos ante el sufrimiento, restamos importancia por no preocupar a los demás, no nos quejamos porque de nada sirve.
No se si eso lo valoran lo suficiente nuestros cuidadores, familias, hijos, etc. Yo si lo valoro y mucho, porque sé cómo sufrís, como huís, como hago yo, de pensar demasiado.
Todas somos unas personas fuertes porque en nuestro vocabulario no existe la palabra rendición, tirar la toalla, eso jamás.
Espero estar a vuestra altura y no perderme en algún laberinto, pero se que si eso ocurriera vosotras me ayudarais a salir airosa. Gracias por estar ahí siempre.
Pilar Juan