Un día te despiertas sin familia y sin dinero

Un día te despiertas sin familia y sin dinero

Lo llaman trastorno del control de impulsos

 

 

 

Cuando me hicieron esta foto aún no sabía que tenía Párkinson. Tenía 37 años. Ya estaba enfrascada en pruebas médicas de todo tipo, pues me caía repentinamente por la calle, mi paso al caminar era descoordinado, arrastraba una pierna más que la otra. No tengo buen recuerdo de los primeros meses de vida de mi hijo. Sufría al llevar a mi bebé en brazos.
 
Perdía el equilibrio fácilmente. Las discusiones en casa empezaron a ser habituales. Un padre espera que la mujer con la que acaba de tener un hijo esté feliz y yo estaba realmente preocupada y absorta en síntomas de mi cuerpo que no entendía. También tenía una depresión inexplicable que yo achacaba al post parto. Como todo lo demás.
 
Finalmente, el diagnóstico. Párkinson. Lo vieron enseguida. Reconozco que me sentí aliviada. Uff… no es cáncer. No me voy a morir. También reconozco que entonces no tenía ni idea de lo que me iba a caer encima . Miraba mis manos y no temblaba. Será que es un párkinson muy light. Inicié, vendida por la ignorancia, el tratamiento farmacológico: 8 mg. de un dopaminérgico que iba a solucionar lo de mis caídas. Pues ya está, pensé. Aquel neurólogo no me informó de la bestia parda que iba a alterar la química de mi cerebro. Y yo… yo pensaba que el cerebro estaba ahí sólo para ser inteligente y creativa. Ahora sé que no es así. Gracias al cerebro percibimos el mundo exterior e interactuamos con él. Y yo tomaba unas pastillas que se parecen a la cocaína, las tomaba cada día. Gastaba mi dinero como una energúmena, pensaba que mi hijo tenía algo oscuro en su ser, y salía con los amigos sin parar. Trabajaba haciendo lo que más me gusta: reportajes. Soy periodista. Me apuntaba a un bombardeo. Yo podía con todo. Estaba on fire.
 
La gente me preguntaba cómo llevaba lo del Párkinson. ¡Muy bien! Y no me daba cuenta de que mi suelo, la base sobre la que cualquiera construye una vida, estaba desapareciendo.
 
Desatendí a mi familia convencida de que esa vida no era la mía. No dormía creyendo que no tenía sueño ni me cansaba nunca. Discutía con todo el mundo pensando que los que decían quererme en realidad me odiaban o me envidiaban. Sacaba la VISA convencida de que el dinero era infinito. En dos años perdí los ahorros de 10. Rehipotequé mi casa pagada. Total: 100mil euros. Mi neurólogo de entonces recomendó retirarme la medicación por completo. Yo estaba muy enfadada. No me advirtió. Cambié de hospital. Creo que nunca me he recuperado del golpe. Económicamente, por supuesto que no.
 
Emocionalmente nunca me he sentido tan robada. Y un día te despiertas sin familia, sin dinero, sin poder ir a trabajar porque el cuerpo no chuta. ¿Qué es lo que tengo? ¿Párkinson? ¿Eso qué es? Un día, sola en casa, cuando yo creía que no podía caer más bajo, empecé a leer artículos sobre pacientes cuyas historias se parecían a la mía. Fue como identificar una pesadilla. Fue tal el impacto que no podía caminar. Descubrí que las pastillas que tomaba para salvarme del Párkinson me habían drogado, transformado, enajenado. Trastorno de la Conducta y Descontrol de Impulsos lo llaman. Me pasé varias semanas sin salir 1de la cama. Sólo quería dormir. Yo creo que nunca te recuperas de algo así. He borrado fotos que me traen recuerdos equivocados. Lo asimilas, pero ¿Cómo integrar en tu biografía unos años de los que no te sientes  responsable?
 
Teresa Borque 
Publicado en Testimonios.

3 Comentarios

  1. Realmente es muy descriptivo, en muchas cosas me veo reflejada.
    Vaya jugarreta te hace la vida sin más y encima nadie te explica nada, de que va esto del ParkinSon? Al principio ni eres consciente del largo camino que te espera.
    Sira❤️

  2. Si, años para olvidar por completo. No veía el final del túnel, meses cayendo esperando el suelo, de verdad. Horroroso. Sabes aquello de Scarlett O’Hara de “nunca volveré a pasar hambre”? Pues yo me he hecho varias promesas para no volver a esos primeros años tras el diagnóstico. Me sirvieron para tomar el control de mi enfermedad y muchas otras cosas.

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